SOJA, ¿BENEFICIOSA O PERJUDICIAL?
La soja es una legumbre originaria de Asia, que ha sido durante muchos siglos, y sigue siendo en la actualidad, un alimento básico en la alimentación china y japonesa. En cambio, en Europa su aparición fue mucho más tardía, ya que no se empleó en alimentación hasta mediados del siglo XX. A pesar de ello, se ha popularizado su cultivo debido a su interés comercial, ya sea para utilizarla como pienso en la cría de animales, para extraer aceite o como fuente de proteínas vegetales. Actualmente, podemos encontrar muchos productos derivados de la soja en nuestros supermercados: bebida de soja, salsa de soja, miso, tofu, tempeh o soja texturizada, y también por desgracia, una gran cantidad de productos altamente procesados que pueden aportar un exceso de azúcar, sal o de grasas poco saludables a nuestra dieta.
Desde el punto de vista nutricional, las habas de soja destacan por su elevado aporte de proteínas, ya que aportan 36g por cada 100g de producto, casi el doble que el resto de legumbres. Además, sus proteínas tienen un elevado valor biológico, ya que aportan todos los aminoácidos esenciales en una cantidad adecuada para cubrir nuestras necesidades. También contienen un 18% de grasas saludables de tipo mono y poliinsaturadas. Así mismo, es interesante destacar su aporte de fibra, vitaminas y minerales.
El aspecto más controvertido de la soja, es quizá su elevado contenido en isoflavonas. Estos fitoestrógenos naturalmente presentes en los productos derivados de la soja, tienen una estructura similar a los estrógenos, por lo que tienen la capacidad de activar nuestros receptores hormonales provocando una respuesta en nuestro organismo. Por este motivo, los efectos de las isoflavonas de la soja han sido ampliamente estudiados en los últimos años, convirtiendo este alimento en fuente de innumerables declaraciones de salud o de críticas injustificadas. Pero, ¿qué dice la ciencia realmente sobre el consumo de soja?
Al parecer todavía no existe un consenso claro sobre sus posibles beneficios sobre la salud, ya que según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria los resultados de la mayoría de los ensayos clínicos son poco concluyentes y en ocasiones contradictorios; aunque lo que sí ha quedado suficientemente claro es que no es un alimento peligroso en absoluto.
La mala fama que recibió en un inicio fue debido a los efectos negativos que se observaban en animales, pero dichos efectos no se producen en los humanos debido a que metabolizamos las isoflavonas de forma diferente. Por ejemplo, se creía que estos fitoestrógenos podrían elevar los niveles de estrógenos en hombres, produciendo una disminución en la producción de testosterona, afectando su fertilidad y/o sexualidad, pero se ha observado que esto no es así. También se ha relacionado con trastornos de la glándula tiroidea, pero tampoco se han observado dichos efectos a través de estudios clínicos, aunque se debe tener en cuenta que el consumo de productos derivados de la soja junto con la medicación en personas con hipotiroidismo puede reducir su absorción y su efectividad, por lo que nunca deben consumirse juntos.
Uno de los usos más estudiados que se han realizado de las isoflavonas de la soja, es su utilización para el tratamiento de los síntomas de la menopausia, como tratamiento hormonal sustitutivo, en este caso mediante suplementos. Se ha observado que este tratamiento podría ayudar a reducir la gravedad y la frecuencia de los sofocos.
También se encuentran ciertos beneficios sobre las enfermedades cardiovasculares, ya que el consumo de soja puede ayudar a reducir el colesterol total y el LDL. A pesar de ello, parte de su efecto se produce si su consumo sustituye a otros productos de origen animal o productos altamente procesados.
En cuanto a la salud ósea, aunque algunos estudios han mostrado una reducción de la degradación de la masa ósea y menores porcentajes de fracturas en mujeres asiáticas que consumen soja regularmente, no parece que se pueda establecer de momento una relación directa entre el consumo de soja y una mayor densidad ósea.
Un tema que ha sido muy discutido es si existe relación entre la soja y el cáncer, especialmente en aquellos tipos que son hormonodependientes como el cáncer de mama o de próstata, es por ello que el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer declaró en su momento que el consumo de productos derivados de la soja no aumentan el riesgo de ningún tipo de cáncer. Las investigaciones más recientes coinciden en que incluso podría generar un modesto efecto protector en ciertos tipos de cáncer como el de mama, el de próstata, el de pulmón o el de estómago, aunque se debe tener en cuenta que los resultados positivos se observan principalmente en la población asiática.
En conclusión, la soja es un alimento nutritivo, seguro y saludable, ya que puede aportar ciertos beneficios a nuestra salud y puede contribuir al seguimiento de una dieta equilibrada, especialmente en dietas veganas y vegetarianas, al igual que el resto de legumbres. Así que si no tomas soja, tomar alguna ración semanal podría aportarte algunos beneficios extras, siempre y cuando no tengas alergia, pero tampoco es conveniente tomar más de 2 o 3 raciones al día de estos productos ya que podrían llegar a desbalancear tu dieta.
Bibliografía:
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