¿TENEMOS LOS ESPAÑOLES DÉFICIT DE VITAMINA D?
La vitamina D, conocida comúnmente como la vitamina del sol, es importante para el buen funcionamiento del organismo. Su función más destacada es la de asegurar la correcta absorción de calcio y fósforo en el intestino y fijarlo en los huesos, regulando la cantidad de este mineral en sangre. Además, también influye directamente en la regulación del crecimiento celular, del sistema cardiovascular o del sistema inmunológico.
La gran mayoría de la vitamina D que necesitamos la obtenemos al exponernos al sol, ya que nuestra piel es capaz de sintetizarla a partir del colesterol gracias a la radiación ultravioleta UVB. Su síntesis puede variar en función de ciertos factores como el tiempo de exposición, la latitud en la que nos encontremos, la estación del año, la contaminación atmosférica o el color de la piel. Por ejemplo, en invierno y primavera tendremos menos cantidad de vitamina D y las personas con pieles más oscuras necesitarán de un mayor tiempo de exposición o mayor superficie de piel expuesta para conseguir los niveles óptimos.
También se puede obtener a través de la dieta, aunque en general por esta vía solo se obtiene un 10% de la cantidad diaria recomendada. Esto es debido a que no se encuentra en muchos alimentos y los que la contienen no lo hacen en gran cantidad. Algunos de los alimentos más concentrados en esta vitamina son el aceite de hígado de pescado y el pescado azul. Los lácteos y los huevos, también pueden aportar una cantidad significativa pero mucho menor que los anteriores. Otra fuente alimenticia son los alimentos enriquecidos con esta vitamina como por ejemplo los cereales de desayuno, la leche o algunas bebidas vegetales.
Otra forma de conseguir la vitamina D necesaria puede ser a través de suplementación, aunque esta vía solo es recomendable para aquellas personas que no pueden obtenerla en cantidad suficiente a través de la exposición al sol o a partir de la dieta. Nunca debe tomarse sin la recomendación de un profesional de la salud y solo en caso de deficiencia, ya que al ser una vitamina liposoluble se acumula en el organismo y puede ocasionar problemas de salud tales como hipercalcemia, debilidad, fatiga, vómitos o desorientación.
Los últimos estudios estiman que más del 50% de la población española sufre deficiencia de esta vitamina debido principalmente a una exposición solar insuficiente, especialmente durante el invierno y la primavera. El caso de España no es exclusivo ya que estamos al mismo nivel que el resto de europeos o estadounidenses, incluso que hindús y brasileños, por lo que podemos hablar casi de una deficiencia a nivel global.
Esta deficiencia afecta a todas las personas por igual, desde niños y adolescentes, a adultos o personas mayores. A pesar de ello, existen algunos grupos que pueden tener mayor propensión, como aquellos que tienen una exposición al sol limitada o muy reducida, como por ejemplo los recién nacidos o las personas mayores institucionalizadas, las personas de piel oscura, las personas con sobrepeso u obesidad… Los vegetarianos o veganos no son un grupo de riesgo, aunque deben tener en cuenta que no tienen un aporte significativo de esta vitamina a través de la dieta, especialmente los veganos, por lo que dependen casi exclusivamente de la exposición al sol o de la inclusión de alimentos fortificados.
La hipovitaminosis D puede generar graves problemas de salud relacionados con el metabolismo del calcio como el raquitismo, la osteomalacia, la osteoporosis o el hiperparatiroidismo, ya que el cuerpo es incapaz de absorber el calcio que necesita a partir de la dieta, produciéndose una pérdida de la masa ósea. Además, la deficiencia de vitamina D también puede estar relacionada con un aumento en la probabilidad de sufrir enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple, la diabetes tipo I o la psoriasis. Igualmente se relaciona con un aumento del riesgo de padecer hipertensión o insuficiencia cardiaca. Algunos estudios también han demostrado que unos niveles adecuados de vitamina D disminuyen la incidencia de algunos tipos de cáncer y mejora la supervivencia de las personas que lo padecen.
Para asegurarnos de que nuestros niveles son adecuados, podemos realizar una analítica en la que se evalúe el nivel en sangre de la prohormona 25-hidroxicolicalciferol, por ser el mejor marcador que existe de esta vitamina. Sus niveles séricos deben estar entre 30 y 75 ng/ml para que el organismo funcione adecuadamente. Para asegurarnos de que lo estamos haciendo bien, especialmente los grupos de riesgo, pueden realizarse una analítica anual o bianual para medir su nivel sanguíneo. El mejor momento para hacerlo es al final del invierno o principio de la primavera que es cuando los niveles están más bajos. En caso de déficit, podremos actuar en consecuencia para solucionarlo, consultando con un profesional de la salud para que nos aconseje cuál es la mejor manera de hacerlo, aumentando el consumo a través de la dieta, aumentando la exposición solar o con ayuda de suplementos.
La acción más importante que podemos hacer para evitar una deficiencia de vitamina D es exponernos al sol. La recomendación oficial indica que es suficiente con exponer la cara y los brazos al sol durante 30 minutos al día para obtener la cantidad adecuada. Si bien es cierto que la exposición al sol puede aumentar el riesgo de quemaduras y de cáncer de piel, el beneficio de esta práctica será mucho mayor que el riesgo, siempre que encontremos un equilibrio que nos garantice el aporte adecuado de este nutriente sin que aumente el riesgo de cáncer, evitando exposiciones intensas y esporádicas, que resultarían poco saludables.
Bibliografía:
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